Carlos Peirano

Unidad del Fragmento

Poesía / Carlos Peirano
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Apertura

Se ha bloqueado el triunvirato de mis sienes, los pedazos escanciados por el ritmo paulatino de la muerte. Se han cerrado con la noche mis atisbos y la gloria empedernida por las filas del soldado. Ha rogado la madrastra a sus verdugos, se ha paseado por la estancia pululando con sus varices a cuesta. Han rogado las criadas a sus dioses sempiternos y el idiota, que el patrón sodomizara, se ha empapado del sudor emparentando a los espejos. El temblor ejecutado en los maderos, en la tierra que es trinchera, se verá dilapidado por la suerte del caído entre sus rastros. No es menor la soledad y el recorrido: la nubosa pulcritud a nuestro cielo encadenada.

Malestar

Púdica respuesta, antro mañanero del vilipendiado, luz juiciosa, rebanada, en la mesa se te cuela la telúrica vivencia: el molde y el hervor del agua. Ahí donde el puñal es necesario y la costumbre se desdice, viven como peones nuestras ricas estrategias de consumo. El mantel y su capciosa utilería, manchados de sangre, reman con la banca hacia la nada. Se cantan de una esquina a otra, líderes concientes del fracaso y del baldío señalado. Luchan los contrarios, el rival que se condona nuestra juerga sobre el paño embanderado.

Días

Cercano al silencio procuro habitarme en despachos cercados por desconocidos. Es así. La luz muerde a quienes se amanecen y brindan por sus parpadeos. No hay otro misterio.